Volúmen

Para hacer más complicado el monitoraje, entran en juego las curvas de Fltcher-Munson, que indican que el balance de frecuencia varía en función del volúmen de los monitores.

Si el balance de frecuencias se ajusta para un nivel alto de escucha y la mezcla se reproduce a un volúmen inferior, los extremos bajos y agudos tenderán a desaperecer.
Si por el contrario se ajusta el nivel de frecuencias para un volúmen bajo, al reproducir la mezcla a mayor volúmen, las frecuencias bajas y agudas dominarán la mezcla.

Como es imposible saber a qué volúmen escuchará cada uno la mezcla en su casa, coche, reproductor de mp3 o a sabe dónde… es difícil saber a qué volúmen realizar la mezcla y la posterior masterización.

Parece que 85 dB SPL es el mejor nivel de monitoraje desde el punto de vista del mínimo cambio en el balance de frecuencia aparente. Convenientemente, los niveles medios de escucha en casa están situados entre los 75 y 85 dB SPL.

Si mezclamos a una presión de 120 dB SPL, además de correr riesgo de quedarnos sordos, nos daremos cuenta de que al escuchar la mezcla a niveles más bajos, sonará distante y sin vida.

Si la mezcla se hace a 100 dB SPL aparecen huecos en la gama de presencia a medida que el volúmen de monitoraje disminuye, pero el cambio más notable está en el nivel bajo, donde 50Hz es 12 dB por abajo de 70dB.

Sin embargo, al mezclar a 85dB SPL, la reproducción a 90 dB SPL o 60 dB SPL tendrán variaciones de menos de 5dB SPL en los extremos bajos y agudos del espectro, mientras que permanece prácticamente sin cambiar en el resto.

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